domingo, 29 de julio de 2012

Casasses/ Dos poemas

América Que no, que no hay nada que hacer, somos hijos de América, hijos de la papa, hijos de la tomata, del médico santo enfermo que cura y mata la histeria triste y la tristeza histérica a fin de encender música hemisférica dos veces, para que llueva plata sobre el público de cada sonata, el mercurio vivo de la vida no genérica sino para mí la pura calma endémica, para ti la pura fuerza cenital, para él la inspiración esquizofrénica, mi gallito entero para ella aquí tal cual, para los demás la pena con sabor a arsénico en la punta de la lengua genital. Europa La santa ícona griega de los hijos eslavos del palestino crucificado, santa virgen itálica de los hijos normandos del palestino crucificado, me habeis horadado las manos y pies, me habeis horadado las muñecas y los tobillos, me han picado el pecho con un punzón... Ey, dios, ¿por qué te hiciste carne en mí, y carne de mujer? Yo no he matado nunca ningún indio, no he comprado ningún negro, las guerras africanas y cubanas y la del opio me han partido la vida por la mitad, me han echado a perder el vino, han enloquecido a mis perros, he padecido la sífilis, se me está muriendo la mujer, la mujer me mata, oh europa mía, santa heroína, labio partido, cuerpo lleno de moretones, me matarás, me matarás una vez más, y pasearé pasearé entre zarzales muertos de sed estas llagas y este agujero tuyo oh danza negra de los brasileños ay magdalena de los balcanes oh peste santa inmaculada por nacimiento y antes incluso y siempre más, por tantos días, bajo tantas nubes seré eslavo tu eslavo y tu eslavo.