martes, 9 de marzo de 2010

Efraín Ascencio fotógrafo de las cosas invisibles


El cíclope como lo llamó el novelista Gabriel Hernández. Cíclope porque cuando uno voltea a ver a Efraín Ascencio siempre tiene su cámara en la cara y pareciera que es un moderno cíclope. Acertada imagen y acertado nombre por parte de Hernández.
El silencio y la meditación de la cual se nutre Efraín se ven reflejados en su trabajo fotográfico.
¿Cuál sería la misión del fotógrafo? ¿por qué muchos críticos todavía no consideran que la fotografía sea arte?
Para mí la misión de Ascencio es mostrarnos las cosas o los seres invisibles que habitan en los seres visibles. No radiografías, no fotografiar fantasmas. No. Si no mostrar lo que el ojo pierde cuando se enfoca en certezas. Y Ascencio detiene esa certeza y nos muestra que alrededor habita lo invisible. Lo detiene ahí para que seamos observadores de lo que antes fuimos participantes y así todo claro nos muestra lo oscuro de la luz.
Adentrarse a la obra fotográfica de Efraín Ascencio es presenciar el arte de la fotografía en la foto. Llegar a un diálogo de arte con lo humano. Lo divino con lo mortal. Al habitar estos dos espacios en una foto se entiende y se puede sentir cómo el arte se transforma en inmortal y cómo lo finito pasa a un espacio cósmico sin que esto contradiga una lógica.
Así la foto se convierte en arte así la visión del fotógrafo se vuelve señal de lo maravilloso así la visión en la fotografía se vuelve múltiples visiones en el espectador y participante de la misma foto.
No se puede negar lo evidente. La fotografía de Efraín Ascencio es eternidad latente en un pequeño espacio de este gran universo llamado foto.

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